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terça-feira, fevereiro 04, 2014

Dios no ha cambiado




Lost Lamb
La oveja perdida
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Por Billy Graham
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"Crisis es una palabra trillada. Significa cambio, transición. El diccionario dice que significa un cambio decisivo. Pero con todos los cambios que están teniendo lugar en nosoutros, algunas cosas no has cambiado. Algunas siguen todavía igual. La Biblia dice: "Y esta frase: Aún una vez, indica la remoción de las cosas movibles, como cosas hechas, para que queden las inconmovibles." Tengo eso en cuenta en cada país que visitamos, y hasta ahora hemos estado en más de ochenta países predicando el evangelio, cada vez que me levanto a predicar el evangelio, sé que ciertas cosas no han cambiado.

En primer lugar, no ha cambiado la naturaleza de Dios. Dios todavía es soberano. El diablo sólo puede hacer lo que Dios le permite. Hay un misterio de desobediencia, un misterio de iniquidad que no comprendemos totalmente y que no entenderemos plenamente hasta que esteamos delante de Dios. El dijo: "Porque yo Jehová no cambio." La Biblia dice: "Dios no es hombre para que mienta, ni hijo de hombre para que [cambie]." No hay "mudanza, ni sombra de variación" en Dios, dijo Santiago.

Dios es inmutable en su santidad y en su exigencia de santidad e integridad en nuestra vida. "Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que es, y el que ha de venir."

Dios es inmutable en el juicio. El Señor juzgará toda la tierra. "Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera deonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí , hacedores de maldad."

Dios lee el corazón. Jesús dijo: "Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablan los hombres de ella darán cuenta en el día deljuicio." Considere eso.

Dios es inmutable en su amor. "Mas Dios muestra su amor paracon nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros."

Piense en eso. Cristo murió por nosotros mientras éramos pecadores: "Al que no conoció pecado, pornosotros lo hizo pecado."

Dios es amor; El es inmutable en su amor. Dios dio a su Hijo por nosotros en la cruz y lo resucitó de entre los muertos.

En segundo lugar, no sólo no hacambiado la naturaleza de Dios, sino que no ha cambiado la Palabra de Dios. En los primeros años de mi vida tuve algunas dudas sobre la Palabra, pero una noche de 1949 me arrodillé ante un tocón en los bosques cercanos a Forest Home, California, Estados Unidos. Abrí mi Biblia y dije: Oh Dios, hay muchas cosas en este libro que no entiendo, pero lo acepto esiante la fe como ti Palavra infalible desde Génesis hasta Apocalipsis." Resolví eso, y desde aquel momento en adelante no he tenido nunca ni una sola duda de que esta es la Palabra de Dios. Así que cuando cito la Biblia, cuando la predico, sé qué estoy predicando la verdad de Dios.

Eso le da autoridad al ministerio de uno. No está badaso en lo que alguien dice sobre la Biblia. No está basado en alugún libro que yo haya leído. Está basado en la fe en Dios. Nadie puede cambiar eso.

En tercer lugar, la naturaleza humana no ha cambiado. Jeremías dijo: "Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?"

La gente trata de descubrir qué para con la raza humana. ¿Qué para con las pandillas de algunas de nuestras ciudades? ¿Qué provoca todos los asesinatos, todos los suicidios y todas las demás cosas terribles de las uqe leemos todos los días en los periódicos?

El corazón del hombre es hoy como siempre ha sido. El hombre está en rebelión contra Dios y tiene una enferedad llamada pecado. El pecado está en todos nosotros.

Prodigal son
Lo hijo pródigo

Recuerdo una vez que estaba predicando en Africa a un grupito de una tribu. Se e dijo que esa tribu no había oído mucho del evangelio, y quise presentar un sencillo mensaje evangélico. Así que prediqué sobre Juan 3:16 de la manera más simple que pude. Tratando de explicar Juan 3:16, empleé todas las ilustraciones en las que pude pensar que harían más claro el mensaje. Varias personas manifestaron que querían recibir a Cristo.

El domingo siguiente iba a predicar en la iglesia parroquial de Great St. Mary en la Universidad de Cambridge en Inglaterra, y pensé: "Voy a hacer una prueba. Voy a predicar en Cambridge el mismo sermón sencillo que prediqué a la tribu africana." Y así lo hice. Ese doingo muchos de los estudiantes llegaron a conocer a Cristo como Señor y Salvador. Era una simple exposición sobre Juan 3:!6. Sí, el corazón humano es igual en todas partes.

En cuarto lugar, el método de salvación no ha cambiado. El mismo mensaje que siempre ha transformado vidas transforma las vidas hoy. Leemos en Hechos 4:12: "Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombre, en que podaos ser salvos." No hay otro nombre.

"Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí." Ese versículo fue una piedra de tropiezo para mí por mucho tiempo. Pensé que en él alguien estaba diciendo: "Yo soy la personificación de toda verdad: ;a verdad científica, la verdad teológica y la verdad filosófica." Mediante la fe acepté que El es lo que dice ser: el Camino, la Verdad y la Vida. Y nadie puede ir al Padres si no es por edio de Jesucristo.

Quizás usted tenga un pecado que necesita confesar. Tal vez necesita recibar a Jesucristo en su corazón como su Señor y Salvador. Pudiera ser que necesite estar dispuesto a renunciar a algo que Dios ha señalado y sobre el que ha dicho: "Si quieres tener plena comunión conmigo, eso tiene que desaparecer."

¡Dios no ha cambiado!

"La voz del cual conmovió entonces la tierra, pero ahora ha prometido, diciendo: Aún ina vez, y conmoveré no solamente la tierra, sino también el cieló.


"Y esta frase: Aún una vez, indica la remoción de las cosas movibles, como cosas hechas, para que queden las inconmovibles.

"Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia;

"porque nuestro Dios es fuego consumidor."


¡Dios no ha cambiado!"



Fonte: www.billlygraham.org


Biografias







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sexta-feira, janeiro 04, 2013

Sermão de Billy Graham: A Vitória é Nossa


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"La Victoria es Nuestra"
Billy Graham

Tradução de João Cruzué

Nosso maior inimigo é a morte. A morte implica em certo temor. A Bíblia diz que: "O aguilhão da morte é o pecado," e a partir do momento em que o primeiro casal sepultou seu filho em uma cova, as pessoas vêm temendo a morte. É o grande monstro misterioso cujos grandes dedos gelados fazem muitos se estremecerem aterrorizados.

O testemunho unânime da história é que a morte é inevitável. Gerações vêm e vão, e cada uma tem deitado seus mortos na tumba.

A Bíblia sempre relaciona a morte com o pecado. Ela diz que: "Como o pecado entrou no mundo por um homem, e pelo pecado a morte, assim a morte infectou a todos os homens porquanto todos pecaram."

Estamos procurando prolongar a vida mediante fórmulas químicas nos laboratórios científicos de todo o mundo. Mas até que a ciência não pode encontrar uma solução para o problema da morte. Ainda assim, os cientistas descobriram um segredo que prolonga a vida terrena, ao mesmo tempo só conseguiriam êxito em estender nossos dias de tristeza e aflição.

Centenas de filósofos de todas as épocas têm procurado esquadrinhar mais e além do véu da morte. Suas especulações enchem volumes com respeito às possibilidades de vida além da sepultura.

A morte ronda entre ricos e pobres, eruditos e ignorantes. A morte não faz distinção de raça, cor nem credo. Suas sombras nos acercam dia e noite. Nunca sabemos quando chegará o momento temido.

Procuramos dissimular o desastre custeando um seguro de vida, e temos inventado outros mecanismos para tornar mais confortáveis nossos últimos dias; todavia sempre está presente a dura realidade da morte.

Muitos se perguntam: Há alguma esperança? Existe alguma porta de escape? Há uma possibilidade de imortalidade?

Não vou levá-los a um laboratório científico, nem à aula de um filósofo, nem ao consultório de um psicólogo. Em seu lugar, vou levá-lo à tumba vazia de José de Arimateia. Maria, Maria Madalena e Salomé tinham ido à tumba para ungir o corpo do Cristo crucificado. Elas ficaram surpresas ao ver a tumba vazia. Um anjo se colocou ao lado do sepulcro e lhes disse: "Buscais a Jesus nazareno? E logo adiantou: Ele ressuscitou, não está mais aqui."

Esta foi a maior notícia que o mundo jamais tinha ouvido. Jesus Cristo havia ressuscitado dentre os mortos, como havia prometido.

A ressurreição de Jesus Cristo é a verdade primordial da fé cristã. Ela descansa na mesma raiz do Evangelho. Sem uma fé na ressurreição não pode haver salvação pessoal. A Bíblia diz: "Se confessares com tua boca que Jesus é o Senhor, e creres em teu coração que Deus o levantou dos mortos, serás salvo." Temos que crer nisto ou nunca poderemos ser salvos.

Para muitas pessoas a ressurreição tem chegado a ser pouco mais que um símbolo consolador da imortalidade da alma. Porém, a ressurreição abarca muito mais que a perpetuidade da vida. Crer na imortalidade por si mesma poderia ser algo trágico e horrível. A Bíblia ensina que a fé deve ser acompanhada de uma segura convicção de que Deus uma existência eterna em sua presença gloriosa, através do conhecimento pessoal de seu Filho.

Começamos com o fato de que ao terceiro dia, Jesus Cristo havia ressuscitado dos mortos, saiu do sepulcro e apareceu aos desanimados e assombrados discípulos que haviam perdido toda a esperança de revê-lo. Sem nossa aceitação da realidade da ressurreição, essa celebração não é mais que uma ilusão. Como escreveu o apóstolo Paulo há muito tempo: "E se Cristo não ressuscitou, então é vã nossa pregação e vã também será a nossa fé"

Quando se contempla a ressurreição de Cristo como um feito histórico, o Domingo da Ressurreição se converte no dia dos dias e se deve reconhecer e celebrar como a maior vitória de todos os tempos.

A ressurreição foi, em um sentido, uma vitória suprema para a raça humana. Foi uma vitória sobre a morte: "Mas agora Cristo tem ressuscitado dos mortos; e foi feito as primícias dos que dormem." Sua ressurreição dos mortes é a garantia que também para nós a sepultura será aberta e que seremos também ressuscitados: Porque assim como em Adão todos morreram, também em Cristo todos serão vivificados."

A Ressurreição foi também uma vitória sobre o pecado: "O salário do pecado é a morte." O pecado de Adão no jardim do Éden teve como resultado a culpa, a condenação e a separação da presença de Deus. De fato, ali também se deu a gloriosa promessa de que apareceria a semente da mulher, e que Deus poria inimizade entre sua semente (Cristo) e a serpente (Satanás).

No conflito resultante, a semente da mulher seria ferida no calcanhar, porém a troca feriria a cabeça da serpente, infligindo-lhe uma chaga mortal. Isto se cumpriu e manifestado abertamente na ressurreição de Cristo.

A ressurreição também nos dá vitória sobre as dúvidas. Parece que há milhares de cristãos escravos das dúvidas. Não quero dizer que tais pessoas duvidam da existência de Deus ou das verdades bíblicas. Podemos aceitar tudo isso enquanto seguimos duvidando em nossa relação pessoa com o Deus em quem professamos crer. Algumas pessoas têm dúvidas quanto ao perdão de seus pecados, outras duvidam que sua esperança de ir ao céu, e ainda outras desconfiam de sua própria experiência interior.

Durante seu ministério terreno, Jesus fez uma série de assombrosas afirmações e promessas a seus discípulos, que podem ter lhes parecido inacreditáveis enquanto ele estava no sepulcro. Jesus lhes havia dito: "Eu vim para que tenham vida... todo aquele que vive e crê em mim, não morrerá eternamente." Porém agora ele que havia feito essas promessas estava morto, e o sepulcro estava fechado sobre aquele que havia prometido vida eterna a todos os que creram nele. SE ele não tivesse ressuscitado, teríamos motivos suficientes para duvidar da validade de suas promessas.

Mas quando ele saiu do sepulcro, todas suas promessas e suas palavras saíram com ele e hoje vivem em gloriosa vitalidade, poder e autoridade.

A ressurreição é também uma garantia da vitória sobre nossos temores. Os temores são íntimos aliados das dúvidas. O presidente da faculdade de história de uma de nossas grandes universidades uma vez me confidenciou esta opinião: "Nós temos nos convertido em uma nação de covardes." Não aceitei sua declaração, porém ele arguiu que muitas pessoas têm se mostrado  resistentes a seguir um curso não se trata de algo popular. Inclusive se estamos convencidos de que algo é correto, procuramos não nos comprometer porque ficamos com temor. Se as probabilidades nos favorecem, nos colocamos a seu favor, porém se implica em algum risco em defender o que é correto, procuramos nos colocar a salvo.

Você que tem medo da morte, medo de perder a saúde ou de perder os amigos, examine as palavras de Paulo: "Porque Deus não nos tem dado um espírito de covardia, mas de poder, e de amor, e de domínio próprio." Deus nos tem dado uma viva esperança mediante a ressurreição de Jesus Cristo de entre os mortos. Este e outras passagens similares assinalam o fato de que nenhum cristão tem razão alguma perante os olhos da vontade de Deus; "Se Deus é por nós, quem será contra nós.

O poder do Espírito Santo levantou o corpo de Cristo dentre os mortos. Esse mesmo Espírito Santo, agora operando em nós, pode nos livrar dos poderes da ansiedade e do temor, e fazer com que nos regozijemos na segura e gloriosa esperança que ele tem preparado para nós.

A ressurreição nos garante a vitória em nosso dia a dia. A vitória que Cristo conquistou para nós quando ressuscitou do sepulcro pode ser vista em nossa vida diária. Pode ser manifesta em nós e por meio de nós em todo lugar, e em toda circunstância pelo seu poder ressuscitador para a glória de Deus.

Podemos estar conscientes cada dia de seu poder vitorioso operando em nós, por nós e por meio de nós para sua glória. Podemos exclamar como o apóstolo Paulo: "Mas graças sejam dadas a Deus, que nos dá a vitória por meio de nosso Senhor Jesus Cristo".

Se você fizer este compromisso com Cristo hoje, por favor, conte-nos a respeito.




Fontewww.billygraham.org


Outro sermão de Billy Graham: Deus ainda não mudou

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